El sujeto estorbo

Inma H.

Las gramáticas deberían legalizar la existencia del sujeto estorbo (que se sumaría al sujeto explícito y elíptico), ya que la extensión de su uso en la lengua escrita estudiantil es abrumadora.

Cuando leo textos de mis alumnos -del tipo que sea- observo cierta inclinación a poner esos sujetos absurdos donde en nuestra lengua debería haber un hermoso vacío que llamamos elipsis –gracias, flexión verbal y todas sus desinencias. No tenemos la culpa de que la actual lengua del imperio -que contamina casi tanto como el maldito Covid- no tenga a bien flexionar, y obligue a poner sujetos por todas partes. Que no: Spanish Grammar is not English.

Me debato entre la apoplejía y el sarpullido cuando leo dislates del tipo Luis no estaba contento con la pareja que le había tocado. Él pensaba que merecía algo mejor porque él estaba seguro de que muchas amigas suyas le habrían escogido. Él no sabía que se trataba de una apuesta. Él… ( suponiendo que ese él lleve su correspondiente tilde, que es mucho suponer).

¿Qué sería de nuestra lengua si no existieran pronombres, determinados adverbios, elipsis… ? Algo así como lo que nos propone Daniel Cassany en La cocina de la escritura:

Guillem de Berguedà fue un gentil barón de Catalunya, vizconde de Berguedà y señor de Madrona y de Puig-reig. Guillem de Berguedà fue un buen caballero y un buen guerrero, y Guillem de Berguedà tuvo guerra con Ramon Folc de Cardona, y Ramon Folc era más rico y poderoso que Guillem de Berguedà. Ocurrió que un día Guillem de Berguedà se encontró con Ramon Folc y Guillem de Berguedà mató a Ramon Folc a traición; y por la muerte de Don Ramon Folc, Guillem de Berguedà fue desheredado. Durante largo tiempo los parientes de Guillem de Berguedà y los amigos de Guillem de Berguedà mantuvieron a Guillem de Berguedà; pero después todos los parientes de Guillem de Berguedà y todos los amigos de Guillem de Berguedà abandonaron a Guillem de Berguedà porque Guillem de Berguedà ponía cuernos a todos los parientes de Guillem de Berguedà y a todos los amigos de Guillem de Berguedà, o con las mujeres o con las hijas o con las hermanas

Había pensado dedicar la segunda parte de esta entrada a ese tiempo verbal de nuestra conjugación que nuestros alumnos llaman presente simple. ¿Tenemos, por ventura, un presente compuesto? Dejémoslo para otra ocasión.

A vueltas con el sujeto del infinitivo

Inma H.

Dedicado a mis alumnos, que han llegado a la peregrina conclusión de que el infinitivo, al ser una forma no personal, es necesariamente impersonal. Y porfían e insisten en ello. Porque yo lo valgo.

Vamos por partes:

El infinitivo (y el gerundio, y el participio) son formas no personales, no impersonales. Los dos términos no tienen nada que ver: no personal alude a la morfología de estas formas, que no expresan contenidos gramaticales de número y persona, es decir, no se conjugan. Impersonal es un término sintáctico que aplicamos a las estructuras (oraciones, proposiciones) que carecen de sujeto.

Mostremos que el infinitivo se comporta como cualquier forma verbal respecto a tener o no tener sujeto:

  • Puede tenerlo explícito: Al llegar tú , me sentí más acompañado. (El sujeto de llegar está expresado en la proposición: )
  • Puede tenerlo elíptico, y lo sobrentenderemos por el contexto, ya que la forma verbal, en este caso, no nos ayuda: Ayer te vi entrar (tú) en el bingo. (El sujeto de entrar es y lo deducimos por la referencia del pronombre te).
  • Y también puede no tenerlo por estar indeterminado, ser inconcreto, no remitir a nadie en particular….No es posible salir a la calle estos días. (El sujeto de salir está indeterminado: todos y nadie en particular) En este caso hablaríamos de impersonalidad.

Con esto espero que -por fin- se aclare este pequeño asunto, tan interesante como prescindible si lo comparamos con lo que tenemos encima.

ONOMÁSTICA LITERARIA

Inma H.

Dedicado a nuestros alumnos, en general.

He de reconocer que me supera leer enunciados del tipo En la novela experimental de los 60 destaca, sobre todo, Tiempo de silencio, de Luis Martín. Desatino ante el que -ignoro por qué- me sale la vena siciliana (Ma chi cazzo è questo Luis Martín?), y siempre les escribo algo así como Este señor no sé quién es, ni yo, ni el 99 por ciento de los lectores.

De los exámenes de mis alumnos aprendo siempre mucho: aprendo, por ejemplo, que un tal Rafael Sánchez es el autor de El Jarama (y no el vocalista de La Unión); que cierto Antonio Muñoz escribió Plenilunio y que Arturo Pérez creó al capitán Alatriste. También que Luis García es el poeta que mejor representa la poesía de la experiencia. Y yo que creía que Luis García era un entrenador de fútbol…

Los artistas tienen un nombre con el que son conocidos del público que les lee, admira sus obras o escucha sus discos.  Del mismo modo que casi nadie identifica a Josep Maria Capdevila con el cantante Sergio Dalma, nadie conoce a Rafael Sánchez, el autor de El Jarama. Conoce a Rafael Sánchez Ferlosio, a Sánchez Ferlosio o a Ferlosio sin más. Hay artistas que sin su segundo apellido no son nadie. Por convenio onomástico. Lo mismo les sucede a los demás citados anteriormente sin Santos, Molina, Reverte o Montero.            

Y por convenio onomástico también a veces he de advertir a mis alumnos que guarden las distancias con el objeto de estudio y dejen de llamar a los escritores por su simple nombre de pila: decir que los personajes de Pío encarnan el pesimismo del propio Pío, no tiene pase. Sin embargo, ahí están Juan Ramón, Ramón y Rubén. ¿Por qué? Porque sí. El convenio onomástico.

La coma, esa incomprendida.

Dedicado a nuestros alumnos, en general.

Inma H.

Un texto sin signos de puntuación no respira, se ahoga con palabras amontonadas, tiradas unas sobre otras. Y no, no estamos hablando de un poema vanguardista o de un discurso que deliberadamente prescinda de la puntuación para causar determinado efecto.

Hay algo aun peor que un texto sin puntuación: un texto con los signos de puntuación mal utilizados. Eso es sencillamente insoportable.

Algunos de mis alumnos son alérgicos a la puntuación. Y cuando les advierto de que no pienso leer un texto sin puntos, comas, dos puntos, suspensivos, etc., piensan que pueden agitar unas cuantas comas en un molinillo de pimienta y verterlas libremente por el texto. La coma se echa el presunto texto a la espalda y aparece ahí donde debería haber punto, dos puntos, o nada. Doblemente insufrible.

A esas comas manoseadas e infravaloradas de las que mis alumnos abusan sin piedad, les dedicó Julio Cortázar esta reflexión:

La coma, esa puerta giratoria del pensamiento.

Lea y analice la siguiente frase:

«Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda.«

Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «mujer».

Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «tiene».

INDEFINIDOS Y ADVERBIOS DE CANTIDAD

Inma H.

Esta entrada va dedicada a todos aquellos alumnos que en el SN todas las mañanas analizan todas como circunstancial de cantidad. No pueden ser más visionarios: están viendo un un adverbio de cantidad en femenino y plural.

Otros ven lo mismo en el SN poco tiempo. En este caso no ven adverbios que flexionan, pero la cosa tiene su peligro.

Descargad esto y dejad de torturar al profesor de Lengua: